Hay días que tomamos decisiones de las cuales nos arrepentimos al instante pero somos demasiado orgullosos para dar marcha atrás, aunque seamos consientes que nuestras palabras en aquel momento sin pensar fueron una decisión precipitada.
Después de recapacitar y valorar nuestra acción levantamos el teléfono con la necesidad de disculparnos, pero una visita inoportuna, en parte bienvenida nos invita a buscar la excusa perfecta para alargar el tema del perdón.
Y pasan los días convenciéndote a ti misma que tú no eres la culpable del enfado, evitas a esa persona, aunque desees hablar con ella, sería tan fácil acercarte y invitarla a tomar café, en fin posiblemente mañana lo veas de otro color y por fin te acerques y le pidas un abrazo por el cual te mueres y seguro que necesitas y es que el orgullo solo conduce a que te sientas mal.
Besitos de caramelo
Tessa
EL INFORME IRON MOUNTAIN
Hace 3 horas