Nadie nace enseñado. Todos hemos aprendido a leer y escribir en la escuela, incluso nos han enseñado reglas básicas de redacción. Como en la caligrafía y en la gramática, en los comienzos de la narrativa es sencillo cometer fallos muy elementales. Al igual que con el tiempo aprendiste a escribir sin (apenas) faltas de ortografía, con el tiempo puedes mejorar el estilo de tus textos. Observa estos tres errores al escribir en los que todo narrador ha caído en sus inicios y comienza a detectarlos.
Error #1: exceso de adverbios acabados en “-mente”
Que sencillo es abusar de los adverbios terminados en “-mente”.
Es cómodo, práctico, eficiente… y feo. Delatan dos rasgos
principales de un escritor que no le hacen quedar en buen lugar:
Escritor novato, con poca
práctica en el dominio del lenguaje y sus normas
Escritor perezoso, que no
revisa a fondo el texto
No estoy diciendo que estos adverbios sean feos e ineficientes. Lo que es
malo es la repetición constante de los“obviamente,
cabalmente, constantemente, realmente, simplemente…” Observa la
cantidad de ellos que utilizas. Si en un mismo párrafo o en párrafos seguidos,
has usado dos o tres, seguro que puedes sustituir algún“desgraciadamente” en
un “por desgracia…” Puedes escribir tantos “-mente” como
quieras cuando estés creando. Ayuda a avanzar porque es el recurso
fácil, no te obliga a detenerte para buscar una frase mejor y así puedes
continuar tu vorágine creativa. Pero después, en la fase de revisión,
fíjate cuántos de ellos puedes eliminar.
Seguramente te sorprenderás. Mejor dicho: con toda
seguridad quedarás sorprendido
Ten en cuenta estas normas de estilo cuando decidas
emplear un adverbio terminado en “-mente”:
Conservan el acento de su raíz: débil = débilmente; jamás
se acentúa la terminación
Si quieres poner dos de ellos seguidos sólo es necesario
mantener la forma “-mente” en el último: “Se tendió
allí, dulce y serenamente”…
…o bien separar dos de ellos por comas para dar un matiz
más subjetivo: “Se tendió allí dulcemente, serenamente.”
Debes evitar la forma enfática “yo personalmente”: es
una redundancia.
Los adverbios “mayormente” y “mismamente” son
considerados vulgarismos. Las formas más acertadas son:
Mayormente = principalmente
(o también “sobre todo” si quieres evitar el
adverbio)
Mismamente = precisamente
“ Truquillo: puedes usarlos para ponerlos
en boca de personajes, en el diálogo, cuando quieras resaltar su escasa cultura
”
Recuerda: no es malo usar estos adverbios, lo realmente malo es abusar de
su utilización.
Error #2: variar el tiempo de la narración
Comienzas a escribir, te entusiasmas, te metes en la historia, te apasionas,
las palabras acuden a ti como un torrente, no puedes parar de escribir, las
escenas se agolpan, los acontecimientos se suceden… en algún momentohas
pasado de contar tu historia en tiempo pasado a tiempo presente. O al
revés. O a ratos en uno o en otro tiempo, según tu inmersión en
el relato.
Es muy corriente que suceda esto, no te preocupes. En fases avanzadas de
escritura incluso se puede utilizar como recurso narrativo (escribiré un post sobre esto cuando hable del tiempo
narrativo y los puntos de vista). También es frecuente cambiar la persona
gramatical del narrador: comienzas contando la historia en tercera persona
(él hacía) y pasas a contarla en primera persona (yo hacía). De
nuevo te aconsejo que no detengas ese estado de creatividad
torrencial para subsanar este error. Para eso está la revisión, pero debes
tomar conciencia del problema cuando corrijas. Con la práctica
dejarás de saltar de un tiempo verbal a otro y a ser más consciente de tu
propia voz narrativa, así como de la voz del narrador.
Recuerda: debes tener en cuenta el tiempo verbal con que empiezas a narrar
y la persona gramatical del narrador.
Error #3: pasar olímpicamente de la ley causa-efecto
Este es un fallo a menudo difícil de detectar sin una lectura a
fondo. Se produce cuando una situación se resuelve de manera “milagrosa” o
un personaje cambia de actitud o pensamiento sin que un acontecimiento
provoque dicho cambio. Es decir, saltarse a la torera la máxima siguiente: todo efecto está precedido por una
causa
Ejemplo: “el hombre estaba sentado, contemplando en un estado
absorto cómo crecía la hierba de su jardín. De repente, se levantó presa de un
frenesí incontenible y se dirigió a la cocina, donde devoró con ansia un
bocadillo de chorizo”.
¿Cuál es el desencadenante de ese frenesí incontenible?
¿Cuál la sucesión lógica de pensamientos que le
hace levantarse, que le hace ser consciente del hambre?
Cuidado con los “de repente, de pronto, en un momento dado…”
Puedes hacer actuar a tus personajes por impulsos, hacerles
tener reacciones imprevistas… pero asegúrate de dejar claro que los personajes
se comportan así por un motivo que les hace ser así.
Igual sucede con las situaciones. No puedes resolver un
asesinato sin haber hallado todas las pistas. Pasito a pasito, siguiendo una sucesión
coherente de acontecimientos. Queda fatal, dicho sea de paso, sacar
un as de la manga en el último instante para cuadrar algo que no has sabido
resolver. ¿Al asesino se le cae del bolsillo el casquillo de la bala
asesina? ¿Es esa la prueba irrefutable? ¡Vamos, anda, no me tomes el
pelo! Porque esa sensación es la que le produce al lector.
En tu relato o novela nada debería suceder por azar, y cuando
esto suceda, debes decirlo, remarcarlo, dejar patente que la
casualidad juega un papel relevante en la historia; que es
casi protagonista. De todas formas, la suerte o el azar pueden ser consecuencia
de una cadena de acontecimientos cuyas causas que los ponen en marcha
desconocemos.
El escritor Paul Auster domina a la perfección
este concepto, el cual ha llegado a ser una parte central de su temática, casi
una obsesión… a menudo no bien entendida.
Recuerda: cada acto tiene su consecuencia y cada consecuencia está asociada
a los acontecimientos precedentes y también a los futuros. Cuando escribas ten
presente este principio
“ toda acción conlleva una reacción, no hay reacción
sin una acción previa ”
En conclusión
Prestando atención a estos tres detalles, mejorarás sensiblemente
tus textos. Denotará preocupación por la forma de escribir, un cierto cuidado
en lo que dices y cómo lo dices. Es un signo de profesionalidad,
de conocer las reglas básicas del oficio, de no ser un
novato en cuestiones narrativas. Todos, repito, todos los
escritores hemos caído en algún momento dado en estos errores. No se nace
enseñado, son fallos básicos, son parte del proceso de aprendizaje. Es incluso positivo cometerlos
en estadios tempranos de la creación narrativa: ayudan a estar alerta,
a tomar en serio las revisiones necesarias. Se pulen
con práctica y, aunque no sea así, en el proceso de corrección
se pueden subsanar con mucha facilidad… siempre y cuando sepas
detectarlos.
Besitos de caramelo,
Tessa
1 comentario:
Buenos consejos que siempre se agradecen. Abrazos
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