El último tren

La calle se encontraba desierta, donde apenas la tenue luz de una farola envolvía de sombras las paredes de la estación, creando un mosaico de sufrimiento. Arrinconada en una esquina, la joven observaba a lo lejos entre gemidos y temblores.
De pronto, un gato negro brincó del tejado lo que la obligo a taparse la boca con la mano. Él estaba vagando por aquel paraje, podía sentir su olor penetrante a muerte, sus amenazas habían quedando grabadas en su memoria.
Apenas había tenido tiempo de recoger cuatro cosas en la bolsa de viaje, su indecisión de unos pocos minutos le habría costado encontrarse encerrada con llave. Él lo sabía, sabía que le iba a dejar y herido en su orgullo planificó su muerte, la llevaría hasta las vías del tren por la noche. Esperaría que todo estuviera oscuro y a medianoche al paso del último tren, la empujaría junto la bolsa de viaje...
Pero algo debió de salir mal y la joven logró escapar. La hora del último tren se aproximaba, los pasos del hombre cerca de ella, enloquecido, lleno de odio empuñando un cuchillo, resoplaba.
Si la encontraba sabia que por mucho que le suplicara, él la empujaría a las vías…El silbido del tren acercándose a la estación le hizo levantar la cabeza. Estaba frente a ella, con los ojos enrojecidos. El cuchillo en una mano, la otra ofreciéndosela a ella con una mueca de odio y falsa sonrisa en su rostro. Venciendo el miedo, se incorporó y se arreglo el vestido. Espero unos segundos, levantó los brazos y empezó a andar despacio, un fuerte silbido ahogó el último grito del que fue su verdugo.

Besitos de caramelo,
Tessa