Hay días que tomamos decisiones de las cuales nos arrepentimos al instante pero somos demasiado orgullosos para dar marcha atrás, aunque seamos consientes que nuestras palabras en aquel momento sin pensar fueron una decisión precipitada.
Después de recapacitar y valorar nuestra acción levantamos el teléfono con la necesidad de disculparnos, pero una visita inoportuna, en parte bienvenida nos invita a buscar la excusa perfecta para alargar el tema del perdón.
Y pasan los días convenciéndote a ti misma que tú no eres la culpable del enfado, evitas a esa persona, aunque desees hablar con ella, sería tan fácil acercarte y invitarla a tomar café, en fin posiblemente mañana lo veas de otro color y por fin te acerques y le pidas un abrazo por el cual te mueres y seguro que necesitas y es que el orgullo solo conduce a que te sientas mal.
Besitos de caramelo
Tessa
DE MI BIBLIOTECA: FRANKLIN GUTIÉRREZ / Marcial Báez
Hace 11 horas
4 comentarios:
Hola un buen consejo por suerte nunca me encontrado en esa situación un gran escrito amiga.
Besitos de luz que tengas una hermosa semana que recién comienza.
Asi es, a veces el orgullo nos aleja de las personas que son importantes en nuestra vida.
Pedir disculpas y saber perdonar son gestos muy nobles.
Que estes muy bien.
Cariños.
Hermosa reflexión. He tenido problemas con blogger y no me dejaba poner comentarios pero parece que por fin lo he arreglado. Un abrazo.
pero es parte de la vida tomar esas decisiones. seguir adelante siempre.
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